El nuevo ritual para la consagración del diácono y su teología
Antes del Concilio Vaticano II, Pío XII, en su constitución apostólica del 30 de noviembre de 1947, determinó que la única materia de la ordenación es la imposición de manos, y la forma las palabras que le acompañan, no siendo la “traditio instrumentorum” (entrega de los instrumentos) necesaria para la validez Pero la verdadera renovación vendrá con el mismo Vaticano II, los documentos posteriores y, sobre todo, el “De ordinatione Diaconi, Presbyteri, Episcopi”, del 18 de junio de 1968. El nuevo rito es expresión de una concepción renovada del ministerio en general, y en particular del ministerio del diaconado. Con esta reforma se ha buscado, por una parte, aplicar los principios de la SC 21,34,62,76: claridad y transparencia de los ritos, expresión cuidada de su significado, participación de la comunidad. Y, por otra parte, adecuación entre contenido renovado y las formas celebrativas de ordenación del diácono De este modo la estructura de los tres ritos de ordenación, a la vez que es sencilla, subraya la articulación y referencia de sus partes hacia el centro de sentido, poniendo en práctica los principios previstos. Consta de los siguientes elementos:
• Un núcleo sacramental, que consiste en la imposición de manos y la oración consagratoria (RO 20-21)
•La oración de la asamblea, signo de la comunión y participación eclesial, que precede al rito central y aparece enriquecida con nuevos elementos (RO 18-19).
• El escrutinio introductorio, que expresa a la vez la solicitud de la iglesia, la disposición y el compromiso del ministro a cumplir sus funciones (RO 15-17).
• Finalmente, hay que señalar los ritos explicitativos que siguen al rito central: imposición de estola y dalmática, entrega del libro de los evangelios y beso de la paz (RO 22-25).
Pero más que detenernos en los cambios rituales en sí mismos, nos interesa fijarnos en la nueva teología que significan y expresan.
Letanías en la ordenación de los diáconos Mikel Iraundegui (permanente) e Iñaki Benito (transitorio), de San Sebastián |
1. EL ESCRUTINIO tiene estas partes: 1. Presentación del candidato al obispo que ordena; 2. Proclamación de la elección; 3. Homilía sobre el significado y funciones; 4. Interrogatorio y promesas del ordenando. Por estos ritos se expresan los siguientes sentidos: la participación y procedencia e inserción del diácono en la comunidad (en 1.°); la elección por parte de Dios y de la iglesia, indicando el origen del ministerio (en 2.°); la participación privilegiada y específica en la misión de Cristo y de la iglesia por la fuerza del Espíritu (en 3.°); la respuesta personal por la aceptación y compromiso con dicha misión (en 4.°). El carácter de don y contra-don, de gracia y respuesta, en un diálogo eclesial de fe, aparecen perfectamente expresados. La dimensión teológica, eclesial y personal se armonizan de forma adecuada en los diversos elementos rituales.
2. LA ORACIÓN DE LA ASAMBLEA manifiesta perfectamente la oración, participación y comunión eclesial para el don del Espíritu y el ministerio. Consta de: invitación a orar, pronunciada por el presidente; monición diaconal a ponerse de rodillas; canto de las letanías; colecta conclusiva. Cielo y tierra aparecen así unidos en esa oración, que es posible por la communio sanctorum (comunión de los santos) en favor del que es ordenado: “Confirma con tu gracia este ministerio que realizamos; santifica… a estos que juzgamos aptos” (RO 19)
Ordenación de Josep Caba, diácono permanente de la Seo de Urgell |
3. EL NÚCLEO SACRAMENTAL, sin pretender encontrar una expresión donde se vean las palabras esenciales que constituyen la forma del sacramento, muestra con nitidez su estructura de palabra-signo, y expresa con claridad el sentido y contenido del mismo, resaltando todos los elementos de una verdadera oración consagratoria-bendicional: iniciativa y origen del ministerio en Dios (RO 21, a); que se manifiesta en pluralidad de dones y servicios para la edificación de la iglesia (21, b); que realiza, según la estructura de los tres ministerios ordenados, los planes de Dios y las funciones que en otro tiempo realizaron los “hijos de Leví” y los “siete varones” (21, c y d); que hoy se continúa por estos “siervos”, para quienes se invoca el Espíritu y la gracia de los siete dones (21, c y f); en orden a que cumplan su función ejemplarmente, con todo género de virtudes (21, g).
Imposición de la estola y la dalmática en la ordenación diaconal de Manuel Cosme García, de Orihuela-Alicante |
4. LA EXPLICITACIÓN RITUAL CONCLUSIVA manifiesta ante la asamblea el significado y funciones del diácono, tanto en el orden del culto (imposición de estola y dalmática) cuanto en el orden de la palabra (entrega de los evangelios) o en el orden de la caridad (beso de la paz).
En esta estructura celebrativa, y por los diversos ritos y textos, es claro que se manifiestan algunas insistencias. En primer lugar, la pertenencia del diaconado a la estructura jerárquica del ministerio, como se ve en la unidad de estructura ritual para los tres casos (diácono, presbítero, obispo), en el empleo de la misma fórmula de bendición (RO 21) y en la afirmación explícita “estableciste, Señor, que hubiera tres órdenes de ministerios” (ib). En segundo lugar, se resalta la unidad y diversidad del sacramento del orden no sólo porque se propone un núcleo sacramental semejante (RO 20-21 = diácono; 20-22 = presbítero; 24-26 = obispo), sino también porque se refiere a la diversidad de grados en dicho sacramento (RO 14…). En tercer lugar, se expresa con evidencia que el diácono no es ordenado “in sacerdotium”, sino “in servitium”, “im ministerium” y, en concreto, al servicio del obispo y su presbiterio (RO 14: “ayudarán al obispo y a su presbiterio”), repitiendo una y otra vez esta actitud de servicio radical. Finalmente, se pone de relieve la participación de los diáconos en la tripe dimensión de la misión de Cristo: palabra, culto, caridad (RO 14,15).
(D. Borobio, “Nuevo Diccionario de Liturgia”)
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