Celebración diocesana, unos sesenta
presbíteros, un obispo y cuatro diáconos. Comentario y pregunta general “¿para
qué tantos diáconos? Con que se vistan dos vale ¿Qué van a hacer los otros dos?”.
Celebración de un funeral en una parroquia.
Unos treinta presbíteros y dos diáconos. Comentario del párroco “¿vas a hacer
de diácono? Bueno, bueno... a mí es que
no me gusta la pompa y el boato, que decida fulanito...”
¿Qué diácono no ha vivido situaciones como
estas dos que describo? Ni los presbíteros que criticaban la presencia de
cuatro diáconos revestidos, ni el párroco al que no le gusta la pompa y el
boato, ni aquellos que ven como una tontería revestirse cuando no hay una
función concreta que realizar se han planteado qué hacen tantos presbíteros
revestidos si sólo uno preside, dos participan en la plegaria eucarística y los
demás sólo levantan una mano durante la consagración. Nadie se plantea como una
absurdez la presencia de muchos presbíteros concelebrando y sí la presencia de
más de uno o dos diáconos.
Los diáconos no somos un elemento decorativo ¿para cuándo el cambio de mentalidad?
No hay comentarios:
Publicar un comentario