Si
ya parece zanjada magisterialmente la cuestión de la sacramentalidad diaconal,
no lo parece tanto la cuestión de su especificidad como vocación eclesial. Si
todo cristiano está llamado a la diakonía
de Cristo, al servicio de los hermanos y de la Iglesia en diversidad de modos y
ministerios, ¿qué diferencia al diácono ordenado de los demás cristianos? ¿Para
qué un ministerio específico de servicio? Y yendo al centro de la cuestión,
¿realmente existe una vocación de diácono?