jueves, 12 de enero de 2017

El diácono como miembro peculiar de la jerarquía

Antes de la reforma conciliar, existía el
ministerio de subdiácono. Aquí vemos a
J. Ratzinger (dcha) ejerciendo como tal
en la primera misa de su hermano.
Una doctrina que muchos comentaristas del Vaticano II parecen pasar por alto es que el Concilio plasmó de manera definitiva, como estructura fundamental jerárquica de la Iglesia, la triada: obispo-presbítero-diácono[1]. Si en la eclesiología previa se admitía una jerarquización más compleja con la diversidad ministerial con las llamadas órdenes mayores y menores, el Vaticano II simplifica todo ello en los tres grados mencionados. Tuvo en esto mucha importancia la nueva eclesiología, el reconocimiento pleno del diaconado como grado inferior jerárquico, el fortalecimiento de la conciencia eclesial sobre el sacerdocio común de los fieles y la clara apuesta por el desarrollo de la teología del laicado. Todo ello queda plasmado en la