lunes, 26 de octubre de 2015

Un pequeño desahogo

Celebración diocesana, unos sesenta presbíteros, un obispo y cuatro diáconos. Comentario y pregunta general “¿para qué tantos diáconos? Con que se vistan dos vale ¿Qué van a hacer los otros dos?”.

Celebración de un funeral en una parroquia. Unos treinta presbíteros y dos diáconos. Comentario del párroco “¿vas a hacer de diácono? Bueno, bueno... a mí  es que no me gusta la pompa y el boato, que decida fulanito...”


¿Qué diácono no ha vivido situaciones como estas dos que describo? Ni los presbíteros que criticaban la presencia de cuatro diáconos revestidos, ni el párroco al que no le gusta la pompa y el boato, ni aquellos que ven como una tontería revestirse cuando no hay una función concreta que realizar se han planteado qué hacen tantos presbíteros revestidos si sólo uno preside, dos participan en la plegaria eucarística y los demás sólo levantan una mano durante la consagración. Nadie se plantea como una absurdez la presencia de muchos presbíteros concelebrando y sí la presencia de más de uno o dos diáconos.

Los diáconos no somos un elemento decorativo ¿para cuándo el cambio de mentalidad?

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