lunes, 8 de diciembre de 2014

Entrevista a Alphonse Borras, Vicario General de la diócesis de Lieja y especialista en teología del diaconado


Por su gran interés, nos permitimos reproducir una entrevista realizada por Església Barcelona.cat a Alphonse Borras.

Entrevista completa aquí


Extracto:

¿En qué estado se encuentra el diaconado?

Actualmente nos encontramos en una fase de reactivación. Y viene de 50 años atrás. No sólo a nivel litúrgico, sino también a nivel de plan pastoral. Yo lo llamo "reactivación del diaconado de forma permanente".

¿Qué futuro le espera?

El futuro no solo depende de la reactivación, que ya es cosa del pasado. Depende también de la representación y de la recepción. A pesar de la reactivación, aunque no tenemos una representación tan clara como puede ser la de la figura del sacerdote y la del obispo, que tienen un papel de incidencia. Hay que empezar algo nuevo en un contexto radicalmente nuevo. Hoy en día aún se precisa representación del ministerio diaconal.



Se habla del diácono como el servidor de la comunidad, pero eso no es suficiente. Es demasiado amplio. El diácono tiene un papel de coordinación y articulación de los demás ministerios. No es que el diácono tenga que ser la cabeza de departamentos, pero por su arraigo apostólico forma parte del sacramento del orden, y así queda reflejado en el documento de la comisión internacional. Este aspecto es muy importante: la relación del ministerio apostólico que representa el diácono y su relación con los ministerios laicales.

El diácono tendrá una figura específica?

Esto no quiere decir que en un futuro el diácono tenga una figura concreta, sino varias. En mi libro hablo de la figura del diácono samaritano, enfocado en el ministerio de la caridad. También de la figura del diácono profeta, que tiene en cuenta la caridad pero que también tiene una vertiente política en el sentido colectivo. La tercera es la del diácono levita, el animador de la oración. Con estas tres figuras podemos clasificar lo que no vemos y constatamos en la realidad de nuestras Iglesias.

La tendencia de la acentuación de la tercera figura, la del diácono levita, puede ser interpretada como una consecuencia de la disminución del clero presbiteral, que provoca que haya una llamada para que los diáconos asuman la presidencia de comunidades a nivel infraparroquial o intraparroquial. Por este motivo es tan importante que cada Iglesia local tenga claro su proyecto.

El último punto, en relación con los anteriores, es la recepción. Tenemos la suerte que en Bélgica o en Francia la reactivación tuvo lugar hace 50 años. Tenemos la suerte de tener un aprendizaje de este nuevo ministerio ejercido en permanencia. Hay diferencias claras entre Europa, Americano Latina o Asia. En África el diaconado casi no existe. En Europa, el diácono francófono es samaritano y profeta, mientras que en otros países europeos el diácono es levita. Hay trabajo. Y en estos congresos podemos integrar experiencias y elaborar una teología crítica para conseguir esta perspectiva diaconal y no sacerdotal.

Nos encontramos en un momento donde la Iglesia debe acercarse mucho a la gente, tiene que llegar a las periferias, debe formar a las familias y debe atender problemas de separaciones o divorcios. En muchos documentos se habla de que el clero debería tener una formación específica, en referencia a futuros sacerdotes. En cambio, tenemos una figura ministerial importante que podría ser este puente, porque hay toda esta experiencia familiar vivida, más la experiencia pastoral que se puede vivir. Cree que se debería enfatizar más este papel? Se tiene la impresión de que debería haber una respuesta mucho más elaborada sobre lo que realmente puede hacer un diácono en este papel de puente.

Un buen médico no ha tenido todas las enfermedades. El diácono tiene su propia experiencia, su arraigo en la sociedad civil, y en este sentido, el diaconado ayuda a una inculturación de la fe. Los diáconos, gracias a su familia y los compromisos sociales adquiridos, contribuyen a esta representación de la proximidad de la realidad de la Iglesia.

Los diáconos ayudan a la comunidad cristiana, son un puente, una mediación. Esto se ha de subrayar. A partir de sus experiencias elaboran una reflexión amplia a nivel diocesano.

¿En qué aspectos teológicos debe profundizar?

El denominador común de todos los ministerios es el servicio. Pero qué tipo de servicio es llamado a cumplir en la comunidad el diácono? El servicio diaconal está caracterizado por su apostolicidad. La fidelidad al Evangelio no sólo anunciado y celebrado, sino vivido. En este sentido, se elaborará la especificidad del diaconado como servicio.

Otro punto importante es el papel litúrgico del diaconado. En ambientes francófonos el aspecto litúrgico no tiene suficiente incidencia. El diácono tiene un papel mínimo en la liturgia. Incluso encontramos sacerdotes y obispos que les molesta cuando el diaconado tiene un papel más amplio.

El diácono debe tener un papel de animador. Él es el que anima a la asamblea, lo que permite expresar un diálogo litúrgico. El problema de las Iglesias es que muchos aspectos litúrgicos a partir de los principios de la reforma litúrgica han sido asumidos por laicos. Es difícil que laicos sin tener un ministerio, un oficio formal, recuperen estos aspectos litúrgicos. Se debe hacer con diplomacia y discernimiento. Esto no quiere decir que los diáconos deban tener un monopolio en la liturgia. Tampoco el sacerdote debe tener.

Muchas veces se intenta sustituir muchas actividades que están contempladas en el código de derecho canónico como rector. La gente, en las parroquias, ven el diácono como un monaguillo especializado.

Ve posibilidades de avanzar en un futuro?

Nos encontramos en el nivel de lo que llamo diácono levita. La disminución del clero presbiteral provoca esta llamada a diáconos en campos parroquiales como animadores. El diácono no es el jefe de la parroquia. Es el animador, el guía de una parte de la comunidad. Yo tengo como modelo de parroquia la "multicampanària", es decir, la parroquia como unidad pastoral, donde hay un rector que integra diferentes comunidades donde el diácono ejerce de animador.

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